El monstruo sigue reventando las taquillas allá donde torea |
LAS ILUSIONES SE DESVANECEN
La búsqueda de la excepcionalidad en cada tarde en que actúa el torero de Galapagar se hace cada día más difícil. No habrán fallado sus mentores en el aspecto económico a la hora de configurar la temporada del incomparable diestro, pero quizá sí a la hora de tener en cuenta las consecuencias negativas que le puede deparar anunciarse en plazas de mínima entidad y con un ganado de dudosas garantías. Como se suele decir, se lo van a llevar crudo. Puede que en tan solo nueve tardes, José Tomás vaya a ganar más dinero que El Juli y Manzanares en sesenta o setenta.
Y es que la gente no es tonta y el chollo de los cien kilos por tarde se acaba como esto siga así. No es este el torero que nos hizo recorrer miles de kilómetros años atrás para encontrarnos con un acontecimiento único en cada una de sus actuaciones. José Tomás, tampoco os equivoquéis, sigue siendo un grandísimo torero, probablemente el mejor del escalafón, pero no es el de hace dos o tres temporadas.
Bien es verdad que los toros que se lidian en la mayoría de los cosos españoles no difieren mucho de lo visto ayer. Pero es que más allá de la desigual presentación de los astados aquello carecía de emoción porque fue un dechado de mansedumbre y falta de casta. Y aquí es donde pierde José Tomás. Anúnciate donde te de la gana, macho; alterna si quieres con fulano y mengano, pero mata toros de verdad, coño (con perdón…)
Dicho esto, paso a comentar esta charanga. José estuvo muy bien en sus dos recibos capoteros como viene siendo habitual. Templadísimas y mecidas verónicas a su primero y un torerísimo saludo rodilla en tierra al que hizo quinto. No se prodigó en quites esta tarde (vamos, que no hizo ni uno…). Buenísima faena la del segundo. Dos tandas por el pitón derecho embraguetadas y rematadas de manera superior por sendos pases de pecho hicieron presagiar faena de cante grande. Muleta a la zurda y allí surgió el mejor toreo al natural que imaginarse pueda. Sobre todas destacó la segunda serie en la que el de Galapagar se despatarró, corrió la mano y alargó el muletazo hasta lo imposible. Que difícil es ver torear así. La plaza en pie. La tercera serie no tuvo la misma entidad. Ayudados por bajo semigenuflexo y a por la espada. Un primer pinchazo tras la estocada dejó el premio en una oreja. Su segundo, un bonito jabonero se paró en la muleta y José Tomás abrevió un poquito más de lo esperado. Entró a matar sin confianza y saludó una ovación por la voluntad.
El triunfador de la corrida fue Cesar Jiménez que esta temporada está recuperando el sitio que nunca debió perder. Técnico, templado y estético el de Fuenlabrada, compuso dos trasteos sin excesivos ajustes aunque siempre bien asentado y muy seguro de lo que hacía.
Un mermado Víctor Puerto hacía de telonero en esta ocasión. No pudo hacer faena con el que abrió plaza pues este se partió una pata y hubo que apuntillarlo. Sorteó Víctor un buen ejemplar en cuarto lugar que, aunque solemnemente manso, tuvo unas cuantas buenas arrancadas que no aprovechó del todo el torero de la tierra.
Lo dicho, que el cuento se acaba y que hay que replantearse las cosas para la temporada próxima.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Ciudad Real
Lleno de “No hay billetes”
Seis toros de Torrehandilla y Torreherberos desigualmente presentados con la característica común de la mansedumbre, aunque cuatro de ellos, en mayor o menor medida, se dejaron torear.
Víctor Puerto: Silencio y Ovación
José Tomás: Oreja y ovación.
César Jiménez: Oreja con petición de la segunda y oreja
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